Tenía que ser el espíritu revolucionario? Desde los albores de los años setenta del siglo XX, el continente americano asistió a un aumento en la lucha revolucionaria cubana influenciada por el aire y los comandantes míticos. Se unieron al mismo tiempo, cientos de jóvenes, asociaciones, organizaciones, nombres, siglas, lemas, libertarios gritando bocas de asfixia, al mismo tiempo amenazando a los gobiernos democráticos y dictatoriales. ¿Cómo y cuando cambió su vida? En toda la agitación de las ideologías desesperadamente quería un niño encaja en el mundo con una mochila llena de armas, dudas, sentimientos, dolor y resentimiento. ¿Sería luchar contra su propia imagen en el espejo? Los miembros del ala más reaccionaria del Partido Revolucionario no lo entendieron. Tenían mucho tiempo que los lazos cortados con todo lo relacionado con Burgués Estado, una vida paralela en aislamiento, lejos de la superficie, las calles donde luchado. Fue la muerte de su influencia para el golpe de la puerta? En un libro, en una conversación, por la acción de la casualidad, alguien citó a Marx, el socialismo, los beneficios de la revolución, el ideal de una sociedad sin distinción de clases, y se enamoró. Decidido a cambiar su vida aventuraron a conocer a nuevos socios, ideas, doctrinas, sentimientos. Una vez que la decisión de que nadie pudiera detenerla.
El museo, como singular entidad, se articula como un espejo multiforme, y los museos, el conjunto de museos, como un caleidoscopio (memoria) irrepetible donde nuestros deseos, nuestros sueños, nuestros abismos se reflejan. Un crisol donde se materializan algunas contingencias notables y otras no muy edificantes, en una dinámica en la que la paradoja, la apariencia -que no siempre concuerda con la realidad- y el artificio desempeñan un papel prominente. El presente trabajo se centra en cuatro componentes básicos de cualquier operación museística: espacio, objeto, sujeto y relación entre objeto y sujeto, entendiéndolos como eslabones de una articulación mucho más compleja. Reverlas a veces requiere usar un lenguaje irónico, pero ese tono no responde a una posición de sesgo negativo o pesimista por parte del autor, sino que es la consecuencia de encontrar que en el mundo de los museos, junto con obvios logros y avances, También hay muchas tonterías. Por lo tanto, es conveniente rascarse un poco en sus glorias, y más en sus miserias, y hacerlo desde un punto de vista desapasionado y desprovisto de voluntarismos falsos; De lo contrario, sería fácil caer en una falsa complacencia, si no en un error grumoso.